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viernes, 28 de junio de 2013

Calderas de Condensación


¿Qué es?

La caldera de condensación, como todas las calderas, tiene como propósito calentar agua para los sistemas de calefacción o para el agua caliente sanitaria.

La caldera de condensación es la más ecológica que existe hoy en día. Logra alcanzar una eficiencia energética muy alta al recuperar el calor latente contenido en el vapor de agua contenido en los humos (aumento de un 20% en relación con las calderas tradicionales) y a la vez reduce las emisiones de óxidos de nitrógeno, NOX, y de monóxido de carbono, CO.

¿Cómo funciona?

Una caldera tradicional es un recipiente que contiene agua (u otro líquido), que se calienta por la combustión de gas o de otro combustible. Dispone de una chimenea de evacuación de los gases de combustión (fig. 1). Solo una parte del calor de los gases de combustión se usa, para evitar la condensación del vapor de agua y la consecuente humedad de las superficies de intercambio térmico. El calor latente del vapor de agua generado (alrededor de 1,6 kg por m3 de gas) es dispersado en la atmósfera por la chimenea, representa un 11% de la energía liberada por la combustión.

La técnica de condensación es al contrario: aquí se produce la condensación y se aprovecha la energía del calor latente contenido en el vapor de agua, además del calor sensible (fig. 1). Los vapores se enfrían pasando al estado de líquido saturado con recuperación de calor para precalentar el agua de retorno de la instalación. De esta manera la temperatura de los gases de escape es menor, muy por debajo de los 130-140°C de los generadores de alta eficiencia y de 200-250°C de los generadores tradicionales.

Diferencia de temperatura de humos entre una caldera tradicional y una de condensación

¿Cuál es el rendimiento de esta tecnología?

Con la condensación, para producir la misma energía se consume menos combustible y además el humo producido por estas calderas tienen menor temperatura. Cuanto más baje la temperatura del mismo, mayor es la cantidad de agua condensada y más eficaz es la caldera. Al mismo tiempo, con una temperatura de humos menor, se tiene una menor dispersión de los gases de escape y por lo tanto un mayor aprovechamiento de la energía. El rendimiento mejora aún más gracias a la instalación de válvulas termostáticas en los radiadores, que permiten a la caldera operar en condiciones óptimas.

En los folletos técnicos de los diferentes productores de calderas de condensación se afirma que estas calderas logran un rendimiento superior al 100%. Aunque estos valores no sean físicamente posibles, se basan en el poder calorífico inferior y no en el superior del combustible utilizado.

El poder calorífico superior es la cantidad de calor disponible por la combustión completa, a presión constante, de la masa unitaria de combustible, (fig. 2).

El poder calorífico inferior viene dado por el superior menos el calor de condensación de vapor liberado durante la combustión (fig. 3).

Figura 2: Poder calorífico superior

Figura 3:Poder calorífico inferior

¿Por qué conviene?

El consumo de combustible es menor y por lo tanto menores son los costes de energía. Se alcanzan ahorros 15-20% sobre el suministro de agua caliente a 80°C y ahorros del 20-30% a 60°C. Las prestaciones son mejores en sistemas con carga parcial o bien para calefacción en edificios, donde con radiadores tradicionales se consiguen ahorros del 25-30%. El máximo en prestaciones (ahorros del 40% y superior) se consiguen cuando la caldera de condensación se utiliza para instalaciones de baja temperatura (30-50 °C), como por ejemplo instalaciones suelo radiante.

Cuando se sustituye una caldera tradicional por una de condensación es posible elegir una de potencia nominal menor. Si se completa el sistema con la integración de paneles solares, y se suma el ahorro procedente de esta fuente de energía (25-30%), es posible conseguir ahorros del 50-60%.

Los humos producidos son más fríos con respecto a las calderas tradicionales por lo tanto tienen un menor impacto ambiental. Las emisiones de óxidos de nitrógeno y monóxido de carbono se reducen hasta un 70% con respecto a una instalación tradicional.

Las calderas de condensación gozan de incentivos o ayudas estatales.

La tecnología es segura y fiable.

No es necesario un mantenimiento mayor que el que requieren las calderas tradicionales.

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